Queremos empezar este artículo con la diferencia entre usabilidad y accesibilidad, concepto que a menudo se confunden.

Podemos resumir que usabilidad analiza el comportamiento de las personas usuarias cuando buscan información o interactúan de otro modo con un sitio web. Sin embargo, la accesibilidad se ocupa de que cualquier persona sea capaz de acceder a la información recogida en la web y que además sea capaz de entenderla.

La Usabilidad

Un sitio es usable cuando las personas usuarias pueden obtener la información que deseen o interactuar en la forma que necesiten de una forma sencilla que sea al mismo tiempo eficaz.

El primer aspecto a tener en cuenta es la velocidad de carga. Hay estadísticas que concluyen que un 80% de las personas usuarias abandonan una web si esta tarda más de 20 segundos en cargar. Es más, nosotros decimos que más de 5 segundos ya es mucho, si queremos llegar a los y las visitantes a nuestro espacio de una forma eficaz.

Otro aspecto importante es que la programación sea la correcta, asegurándonos de que los enlaces internos y externos funcione correctamente. También hay que prestar atención a los formularios de contacto.

Es necesario que tengamos en cuenta que el ordenador o el móvil no es un libro. El lenguaje que se debe utilizar debe ser conciso y claro, con un tamaño de fuente que permita una lectura cómoda y con unos colores que permitan que cualquier persona usuaria pueda obtener la información sin problemas.

La Accesibilidad

Como hemos indicado la accesibilidad se ocupa de que la información sea precisamente accesible a todo el mundo, independientemente del tipo de dispositivo, del navegador, del entorno, de la localización geográfica o de las infraestructuras de red que disponga la persona usuaria.

Es imprescindible que las capacidades visuales, motrices, auditiva o cognitivas no condicionen el acceso a la información a cualquier persona visitante de la web.

A nivel global, la W3C promueve el seguimiento de una serie de directrices para uniformar los niveles de acceso. En definitiva, es un estándar que deben de seguir los diseñadores y programadores para que los que accedáis a la información lo hagáis con todas las garantías y sin barreras que impidan la comprensión de los contenidos.

Las directrices básicas incluyen recomendaciones como las siguientes:

Alternativas de texto. Tamaño de letra grande, posibilidad de que la web sea fácilmente interpretable por los navegadores de voz, uso de un lenguaje sencillo, empleo de colores de texto y de fondo que faciliten la legibilidad…